El pellet pertenece a la gama de combustibles procedentes de la biomasa. Es un combustible sólido granulado obtenido a partir de la madera y que se utiliza para calefacción en estufas específicas para pellet. Su interés se debe a su alto poder calorífico y a su precio.
Su combustión produce CO2, gas de efecto invernadero, de forma similar a la del carbón y también unas partículas de hollín que ensucian la atmósfera.
Si, para obtener el pellet, se utilizará exclusivamente la madera procedente de ramas y desechos procedentes de clareo y de la limpieza de los bosques, se podría admitir que las emisiones de CO2 durante su quema compensan el CO2 capturado en su vida por los árboles y que el pellet es un combustible ecológico al ser «neutro en carbono» tal como lo define la industría.
Sin embargo tal neutralidad no siempre es real. La procedencia del pellet no siempre corresponde a desechos de la madera porque no hay suficiente desechos para la demanda existente y las grandes industrias de la madera talan grandes cantidades de árboles esgrimiéndose en una gestión “sostenible” que no es tal y que contribuye a la deforestación del planeta y a la modificación del hábitat de muchas especies animales que viven en los bosques.
Talar arboles para quemarlos no es una solución ni para el clima ni para los bosques.
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