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Microfinanzas sin bancos

Los grupos de ahorros y créditos : ¿qué son? ¿cómo funcionan?

Los bancos comerciales no tienen mucho interés en atender a personas pobres y tampoco en instalar oficinas en zonas rurales alejadas, con pocas posibilidades de negocio.

Para suplir la inexistencia de bancos, surgieron hace tiempo modelos de financiación alternativos.

Por una parte tenemos los préstamistas, o usureros, útiles para cubrir necesidades urgentes de dinero pero poco recomendables por las altas tasas de intereses cobradas.

Por otra, existen sistemas tradicionales organizados por comunidades o grupos de personas, que se utilizan de forma habitual en numerosos países. Son infinitas las modalidades de funcionamiento de los grupos pero el principio siempre es el mismo: se aporta unos ahorros a un fondo común, bien para recuperarlos más adelante, bien para pedir un crédito en un momento dado. Cada grupo establece sus propias normas sin necesidad de apoyo externo.
Segun el pais o región, el modelo se llama  «tontine», «susu», «rosca», «rueda», «pandero», «arisan», «asca», «banco comunal», «banco de aldea», etc.  Son grupos de personas que se unen de forma voluntaria o bien impulsadas por organizaciones no lucrativas.

Básicamente se trata de un sistema de ahorro colectivo. Por ejemplo, diez personas aportan cada mes la misma cantidad de dinero y cada mes una persona del grupo se lleva la cantidad de dinero obtenida. El grupo establece las reglas para decidir qué miembro puede llevarse el dinero: el sistema de adjudicación puede ser rotatorio, por sorteo o teniendo en cuenta la situación urgente de algún miembro. Cuando la última persona ha retirado el monto, el grupo puede disolverse,  volver a iniciarse con las mismas personas o no, y con las mismas condiciones o no.

Para que el sistema funcione es necesario que las personas que formen el grupo se conozcan bien y que existan unas relaciones de confianza entre ellas. El grupo establece las reglas y por ello existen múltiples variantes, préstamos con o sin cobro de intereses, aportaciones fijas de dinero o no, etc.

El sistema ha llegado a Europa. En el año 2004, se formaron las primeras comunidades «CAF» en Barcelona (Comunidades Financieras Auto gestionadas). Hasta la fecha, el modelo ha sido adoptado en Italia, Portugal, Holanda, Bélgica y Hungría. Inicialmente los grupos se formaron con inmigrantes, y poco a poco el sistema ha ido incorporando personas nativas, la mayoría excluidas del sistema financiero. Se ha podido comprobar que las reuniones periódicas de los grupos permiten afianzar las relaciones entre personas en situación de exclusión social y mejorar sus expectativas y autoestima.
Con el fondo creado, se otorgan pequeños prestamos que ayudan en un momento dado a costear algún imprevisto o iniciar una pequeña actividad económica.

Hace unos 45 años, nacía el microcrédito, un producto que consiste en ofrecer pequeños préstamos a grupos cuyos miembros eran solidarios entre ellos para devolverlos.
Asociaciones y ONGs empezaron a financiar programas de microcréditos con fondos procedentes principalmente de subvenciones y de ayudas al desarrollo.
Numerosas entidades fueron evolucionando, transformándose en verdaderos bancos, ofreciendo gamas de productos de ahorros, seguros y  convirtiéndose en entidades atractivas para grandes inversores.
El microcrédito que nacía con el fin de ayudar a los más pobres, en algunos casos, se convertió en un sistema de finanza lucrativo, establecido por entidades que cotizan en bolsa y prestan dinero con tasas de interés de usura.
Con estas prácticas, no es de extrañar que el modelo grupal para gestionar pequeños ahorros y créditos,  se siga utilizando  e incluso se vaya expandiendo.
Los grupos han de enfrentarse a muchos problemas para organizarse, administrar y controlar las cuentas, pero el éxito del modelo se debe a la práctica del ahorro y al otorgamiento de créditos sin necesidad de intermediarios.

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